Tú también eres dulce...
...y finalmente si hubo beso. Besos, con música
fuerte primero, después risas por calles de noche, y
subir escaleras, dando tumbos, abrir la puerta,
tirarnos en la cama, literalmente, "tirarnos" en la
cama, y la ropa que va volando, hasta quedar desnudos,
tú, el tatuaje, y yo, que te tomo por detrás y te
muerdo el hombro mientras busco tu boca.
Te odio, te odio, dices,
pero todo da lo mismo, porque las
palabras no significan nada cuando es el cuerpo quien
habla. Y cómo conversamos esa noche. Primero tú, luego
yo, mejor así, y porque no mirando hacia arriba. No me
toques ahí: "tú no sabes un secreto". No lo sé, pero
lo intuyo, y está bien. Te vuelvo a besar, y me
desespero. "No te desesperes". Me desespero igual. Y tú
gimes, y yo no entiendo nada, no se vas o vienes, ni
donde estoy. De vez en cuando escucho gritos por la
ventana, y te veo sobre mi, mirando hacia afuera.
Alguien se rie dentro de mi. Debo haber sido yo mismo,
disfrutándote sobre mi, sintiéndome dentro tuyo, como
si fuera un juego, como si estuvieras escondida dentro
de tu cuerpo y yo tratando desesperadamente de
encontrarte, de tocarte, tomarte, darte vuelta y
decirte algo. Pero pierdo el habla, me quedo callado,
mudo, mirándote bajar hasta mi cintura, y luego me
tragas, y me siento esclavo. "¿Por qué me dijste
eso?". Quiero que sigas, digo ante tu pregunta. "No
voy a seguir". yo sabía que no ibas a seguir, y sabía
que te daría risa que fuera tu esclavo.
"¿No vas a terminar nunca, verdad?", me preguntas. Y
yo digo que no "¿No te gusto?". Me gustas, aunque no
pueda decirlo a cada rato, me gustas, pero es que tu
tampoco terminas nunca, y no quiero hacerlo solo.
Quiero que te aprietes, que te retuerzas, que te
quedes sin aire, que tengas que parar y apretar los
ojos. "No te aguantes", me dices, y dejo de hacerlo.
Las tres horas están a punto de acabarse. TRES HORAS,
coño, qué rapido pasa el tiempo. Y no me guanto.
"Chile para todos", gritan afuera, y yo que dejé de
aguantarme hace rato, que mande el tao del sexo a la
mierda, y estoy a punto mientras afuera cantan el
himno de chile, todos borrachos, afuera y nosotros
también, y veo tu cara, escucho tu voz, tengo que
morderte. "Muérdeme". Relámpagos y estoy lleno de tu
olor, te tengo por todas partes. Entoy abrazado a ti,
tratando de no caerme, de no salir volando por el
golpe de placer que acaba de golpearme. Y caigo,
arriba tuyo, como si me hubieran volado los sesos,
jadeando, padeciendo la pequeña muerte.
Así lo viví yo. Así te vi esa noche.
fuerte primero, después risas por calles de noche, y
subir escaleras, dando tumbos, abrir la puerta,
tirarnos en la cama, literalmente, "tirarnos" en la
cama, y la ropa que va volando, hasta quedar desnudos,
tú, el tatuaje, y yo, que te tomo por detrás y te
muerdo el hombro mientras busco tu boca.
Te odio, te odio, dices,
pero todo da lo mismo, porque las
palabras no significan nada cuando es el cuerpo quien
habla. Y cómo conversamos esa noche. Primero tú, luego
yo, mejor así, y porque no mirando hacia arriba. No me
toques ahí: "tú no sabes un secreto". No lo sé, pero
lo intuyo, y está bien. Te vuelvo a besar, y me
desespero. "No te desesperes". Me desespero igual. Y tú
gimes, y yo no entiendo nada, no se vas o vienes, ni
donde estoy. De vez en cuando escucho gritos por la
ventana, y te veo sobre mi, mirando hacia afuera.
Alguien se rie dentro de mi. Debo haber sido yo mismo,
disfrutándote sobre mi, sintiéndome dentro tuyo, como
si fuera un juego, como si estuvieras escondida dentro
de tu cuerpo y yo tratando desesperadamente de
encontrarte, de tocarte, tomarte, darte vuelta y
decirte algo. Pero pierdo el habla, me quedo callado,
mudo, mirándote bajar hasta mi cintura, y luego me
tragas, y me siento esclavo. "¿Por qué me dijste
eso?". Quiero que sigas, digo ante tu pregunta. "No
voy a seguir". yo sabía que no ibas a seguir, y sabía
que te daría risa que fuera tu esclavo.
"¿No vas a terminar nunca, verdad?", me preguntas. Y
yo digo que no "¿No te gusto?". Me gustas, aunque no
pueda decirlo a cada rato, me gustas, pero es que tu
tampoco terminas nunca, y no quiero hacerlo solo.
Quiero que te aprietes, que te retuerzas, que te
quedes sin aire, que tengas que parar y apretar los
ojos. "No te aguantes", me dices, y dejo de hacerlo.
Las tres horas están a punto de acabarse. TRES HORAS,
coño, qué rapido pasa el tiempo. Y no me guanto.
"Chile para todos", gritan afuera, y yo que dejé de
aguantarme hace rato, que mande el tao del sexo a la
mierda, y estoy a punto mientras afuera cantan el
himno de chile, todos borrachos, afuera y nosotros
también, y veo tu cara, escucho tu voz, tengo que
morderte. "Muérdeme". Relámpagos y estoy lleno de tu
olor, te tengo por todas partes. Entoy abrazado a ti,
tratando de no caerme, de no salir volando por el
golpe de placer que acaba de golpearme. Y caigo,
arriba tuyo, como si me hubieran volado los sesos,
jadeando, padeciendo la pequeña muerte.
Así lo viví yo. Así te vi esa noche.